domingo, 10 de junio de 2012

Argentina festejó ante Brasil por un Messi espectacular


Messi es de otro planeta y por él la Selección de Alejandro Sabella se dio un gusto de aquellos. Pero el arbol de la alegría no debe tapar el bosque de las falencias, esas que pudieron haber dejado sin efecto todo lo maravilloso que construyó el futbolista más extraordinario del mundo, que ya no admite objeciones.

Argentina tiene dos caras: del medio hacia adelante disfruta de Gonzalo Higuaín y Lionel Messi, de un primer pasador de pelota como Fernando Gago y de un Ángel Di María en pleno ascenso de su rendimiento. Hasta se da el lujo de sentar a Sergio Agüero en el banco.

La contracara es del medio hacia atrás, en donde todavía se habla de nombres sueltos y no de una defensa. No por casualidad es el sector en donde más trabajo se requiere en cualquier equipo. La construcción de una buena línea de fondo demanda un conocimiento entre cada una de sus piezas. Y eso, lógicamente, llevará su debido tiempo. El técnico tiene una ventaja con respecto a sus antecesores: la tranquilidad de los resultados.

Le llegan demasiado fácil a la Selección. Ecuador encendió la alarma un sábado y Brasil lo usufructuó al siguiente. Porque Pablo Zabaleta se proyecta mejor de lo que defiende y Clemente Rodríguez no termina de hacer bien ni una cosa ni la otra. El técnico probó cambiarlos de lado antes del partido y, al advertir que no era solución, los volvió a reubicar en pleno juego. En la zaga, Federico Fernández parece ir ganándose un lugar, pero aún resta saber si los desajustes de Ezequiel Garay son sólo una cuestión de desconocimiento entre ellos.

El trámite del encuentro tuvo pasajes cambiantes. Porque cuando no pasaba nada, Romulo, en offside, capitalizó en la red una pelota parada producto de un foul innecesario de Garay contra un rival de espaldas y sobre el costado. Porque cuando Brasil era más y Neymar estaba cerca de meter el 2 - 0 -hubo penal de Zabaleta-, apareció Messi por duplicado.

Primero aprovechando el espacio entre los centrales definiendo con el pie bien abierto luego de una gran habilitación de Higuaín; cinco minutos más tarde, cristalizó una buena combinación con Di María, quien lo habilitó para que eludiera al arquero y definiera al mejor estilo Claudio Caniggia en Italia 90, ante el mismo rival.

Cuando Argentina estaba más cerca de liquidarlo, Brasil empató con Oscar y lo dio vuelta con Hulk. En la igualdad, el que falló fue Clemente Rodríguez, que no le cerró el hueco a la entrada del 10 brasileño; en el 3 - 2, Sergio Romero, que en una semana viajó de Argentina a Italia y de Italia a Estados Unidos, se confió en el aire. El arquero estaba haciendo un muy buen partido hasta que se le escapó una pelota en un córner y se la dejó servida al volante.

Con la desventaja, Sabella movió el banco. Sacó a Di María, cansado, y puso a Agüero. Pasó del 4 - 4 - 2 (antes había ingresado Pablo Guiñazú por José Sosa) al 4 - 3 - 3. No tardó en llegar la paridad con el cabezazo de Fede Fernández.

Cuando el partido parecía destinado al empate, Messi regaló la joya del partido. Arrancó por derecha en la mitad de la cancha, se sacó de encima a Marcelo y, con muchísimo campo libre, comenzó su clásica diagonal. Cuando ningún defensor atinó a achicar, sacó un remate magistral que se clavó en el ángulo. Golazo de un jugador cada vez más enorme.

Argentina continúa exhibiendo debilidades que rivales como Brasil no perdonan. Por eso tuvo que sacar del medio tres veces. No obstante eso, más allá de la victoria, sería un pecado dejarse llevar por la vorágine triunfalista y pensar que de acá en más todo será sencillo por tener al mejor jugador del mundo, que en Nueva Jersey lo hizo de nuevo, pese a las flaquezas colectivas.

miércoles, 29 de febrero de 2012

Sabella tiene razón


El entrenador de la selección Argentina está en lo cierto, dio en la tecla. Y no precisamente por el armado del equipo, ya que el rendimiento colectivo sigue siendo una deuda. No sólo en la defensa está el problema; el mediocampo tiene mucho sacrificio y carece de juego. Mascherano y Braña manejan las mismas herramientas y tal vez sobre alguno de los dos. Por afuera, Maxi Rodríguez sigue lejos del nivel exhibido en Alemania 2006 y José Sosa, más allá del buen segundo tiempo en Barranquilla ante Colombia, no termina de explotar. Con este escenario, Messi y Agüero son los focos que encienden la ilusión. Y claro, también Higuaín, hoy ingresando desde el banco.

Algo es innegable: Argentina fue superado por Suiza en términos colectivos. No obstante, la diferencia la marcaron los de adelante. Agüero, en el mejor momento de su carrera, continúa erigiéndose como el compañero que mejor entiende a Messi. El jugador del City no convirtió, pero participó activamente en los tres goles: primero dejándole la pelota de taco al 10 para que éste definiera como en el Barcelona; luego, robando la pelota cerca del área contraria - Lio hizo el resto-; después, arrancó la acción que derivó en el penal a Higuaín. Y como si esto fuera poco, no tiene problemas en esperar su chance en el banco cuando el técnico lo dispone.

De Messi se puede decir poco, comparado con lo que hace en la cancha. Hoy jugó un partido bárbaro, de esos con los que sueña cada vez que el calendario lo viste de celeste y blanco. Alguno de sus detractores dirá que fue en un amistoso, pero a él le sirve para empezar a ser el que brilla con la blaugrana. Aunque no hay que negar el peso del rival. Argentina da ventajas atrás que seleccionados de otra jerarquía no perdonan, y tampoco tiene volumen de juego.

Esperar que Messi haga tres goles por partido cuando el equipo no aparece es cargarlo con una presión más pesada que la cinta de capitán. Es el mejor del mundo, sin duda, pero necesitará de un andamiaje que lo acompañe, más allá de que sea el único hombre nacido en nuestras tierras capaz de definir un partido él solo. ''Tenerlo es una bendición'', expuso Alejandro Sabella en conferencia post partido. Y sí, tiene razón.

jueves, 22 de diciembre de 2011

Sueño cumplido


La salida del viernes a la noche me había impedido concentrar. Ni ropa tenía encima. Por suerte, Martín Mellino me llevó una camiseta que bien podría usar un recién nacido. Pato me prestó sus botines ¡¡44!! -calzo 41- y sin plantilla. Menos mal que Fede me prestó sus prestigiosas medias.

Algo para destacar: a diferencia del año anterior, en éste se jugó un solo partido. Con muchos cambios, eso sí. Y con la particularidad de que al mínimo error, Oscar Cusano metía un cambio, sin temblarle el pulso y sin temor a incinerar a nadie.

Del partido en sí se pueden resaltar varias cosas: Roque pidió el cambio a los cinco minutos de haber ingresado; Pato parece que va caminando por Florida; Julián se comió un gol increible; Juan Martinich quiso hacerse el Gatti y le costó el cambio; Martin Mellino ¿jugó?; y Oscar me dijo que largue la ''jirafa'' porque no puedo ni correr.

La dupla técnica Cusano-Mattera se jugaba el puesto, la esquiú les arrojaba con lo que había a mano y la comisión directiva estaba evaluando rescindirles el contrato. Por suerte, para ellos, Magia demostró rebeldía adentro del campo de juego y dio vuelta el partido. 2 - 1 arriba Prensa. El dato: el encuentro fue suspendido cuando faltaba un minuto por un tumulto con Héctor Petrolatti, el árbitro, luego de que éste cobrara un penal para Prensa. Penal que el Tano Cusano no le dejó ejecutar a Roque Colman.

Luego, el asado de camaradería una vez más se llevó los aplausos. ¡Es una manteca!, diría el bambino. El único que no lo disfrutó con creces fue Roque prestigio Colman, que en medio del almuerzo estaba saliendo al aire en Soy Granate. Ay...

Pese a que el nivel de juego dejó bastante que desear, hay que decir que varios de nosotros cumplimos un sueño: jugar en el maravilloso cesped de nuestro querido estadio. Y dificilmente algún día nos olvidemos del 17 de diciembre de 2011. Por último, una refelexión final: como jugadores de fútbol, somos muy buenos periodistas.

martes, 15 de noviembre de 2011

Gracias por venir, genio




Él los calla en la cancha. Sus detractores estarían frotándose las manos, esperando a que Lio volviera a tropezar en su ridiculo intento de buscar aceptación de su propia gente. Messi demostró carácter en el momento complicado, con el partido 1 - 0 abajo y con un equipo al que no se le caía una idea. La pidió, encaró. Armó y fue a buscar. Y por ir a buscar encontró el rebote que dejaron entre Ospina y Yepes. Y por no bajar los brazos volvió a desparramar al ex defensor de River - como en el primer tiempo - y el desenlace es el que ya todos conocemos. Argentina ganó 2 - 1 en Barranquilla y tendrá siete meses de paz.

Pero que esto no represente el arbol tapando el bosque. Gracias a Dios, Romero no se la jugó y se quedó con lo que hubiera sido el gol de Zuñiga; Gracias a Dios, Fede Fernández y el Chavo Desábato se parecieron a la dupla que tan bien le rindió al Estudiantes de Sabella; y si Sosa repite su actuación del segundo tiempo y entierra al del primero, estaríamos hablando de un valor importante. Faltaría que el técnico se dé cuenta de lo mucho que puede ayudar Gago a Messi, llevándole la pelota hasta donde él pueda lastimar de verdad. Porque, al fin y al cabo, es él quien tiene la llave de la felicidad argenta, y hoy lo demostró poniéndose el equipo al hombro. Sonará algo loco, pero hay que dar gracias de que sea nuestro.

Lio, gracias por venir.

jueves, 10 de noviembre de 2011

Pablo Vico: ''Es muy triste la vida en una pensión''

El técnico de Brown de Adrogué, que vive en el club, detrás de una de las tribunas de la cancha, recordó con nostalgia sus años antes de llegar al tricolor, las patadas en el potrero y confesó: ''Éste es mi mundo''.


En la Avenida San Martín, camino hacia la cancha de Brown, se pueden ver varias camisetas del tricolor. Es que en Adrogué hay una revolución impulsada por Pablo Vico y sus dirigidos. El equipo está puntero en la B Metropolitana, juega muy bien al fútbol y su técnico le aporta el sentido de pertenencia: vive detrás de una de las tribunas de la cancha. Vive en el club, lisa y llanamente. A tal punto que su dirección es la misma que la de la cancha: Cerreti y María Antonieta 1846.

Cinco metros por tres y medio mide la concentración en la que Pablo Vico pasa sus días y sus noches desde hace 14 años. Paredes celestes, cortinas rojas y algún detalle negro (los colores que identifican a Brown); una cama superpuesta, un televisor plasma de 29 pulgadas y una pava que silba, señal de que el agua está lista para los mates. Don Ramón, como lo llaman por su bigote similar al del personaje del Chavo del 8, confiesa que no toca una pelota ''desde hace diez años''.

- ¿Cuándo se dio cuenta de que ya era el momento de retirarse? - Yo creo que es el cuerpo el que te dice la verdad. Cuando tocaba la pelota y empecé a darme cuenta de que no tenía distancia, que me dolían los huesos y que tardaba 72 horas en recuperarme, dije: ''Muchachos, acá llegó mi momento''.

- Jugó mucho en los potreros. ¿Le pegaron mucho también? - La verdad es que sí, me pegaron mucho. Yo trataba de prevalecer más por habilidad que por fuerza; ahí sacaba una diferencia y por eso me pegaban bastante. Tengo seis operaciones entre las rodillas y los tobillos (se señala un clavo que tiene en el tobillo derecho). Hace como doce años, jugando en un potrero, me pegaron una patada voladora en el pecho.

- ¿¡En el pecho!? ¿Y cuánto tardó en levantarse? - (Se ríe) Me levanté rápido. Uno ya estaba acostumbrado al roce de jugar en los potreros.

- ¿Cuál es el fútbol que le gusta? - En esta profesión se aprenden siempre cosas nuevas. Por ejemplo, yo no estoy completamente identificado con (César Luís) Menotti ni con (Carlos) Bilardo. Brown es un equipo que trata de jugar siempre bien al fútbol. Trato de sacar cosas de uno y de otro. También de (Marcelo) Bielsa. Todo depende de la calidad de jugadores que tenés.

- Nombró a Menotti, Bilardo y Bielsa. ¿Con quién se quedaría? - Son tres técnicos muy importantes e identificados dentro del fútbol argentino. Cada uno de ellos marcó una época. Si tengo que elegir a uno, me quedo con Bielsa; sus trabajos y su manera de pensar me gustan mucho.

- Según su visión, ¿cuál es el equipo que mejor juega en Argentina? - Hasta hace tres o cuatro semanas, según los números, el mejor equipo del país era Brown. Juega muy bien al fútbol en una categoría muy difícil como lo es la B Metropolitana. (Sonríe y guiña un ojo)

- ¿Se puso a pensar que si se aprobaba el torneo de 38 equipos, Brown estaría peleando el ascenso a Primera? - No, sabés que no. Sí me puse a pensar que los torneos de la B Metropolitana antes se dividían en dos semestres y los dos campeones jugaban una final por ascender. En el primer semestre de este año, Brown fue el mejor: sacó 42 puntos sobre 38 de Atlanta. Y a veces pienso: qué lindo hubiera sido jugar una final para buscar el ascenso.

- Con el equipo puntero, ¿Qué le dice la gente en la calle? - Me saludan, me tiran buena onda. La gente está muy entusiasmada con la situación de Brown y ojalá podamos darle ése tan ansiado ascenso al Nacional B. Estamos trabajando para eso y siempre con los pies sobre la tierra, porque hay que saber que éste es un camino largo y pueden suceder muchas cosas. Los hinchas de Brown me quieren bastante. No así los de Temperley (se ríe), aunque nunca me faltaron el respeto.

- ¿Qué le genera el apodo de Don Ramón? - Al principio, un poco de bronca. Pero no pasa nada. Ahora ya lo tomo con gracia. Lo interpreto más como algo cariñoso que como una agresión.

- ¿Cómo se dio de vivir en el club? - Yo trabajaba en las divisiones inferiores. Se hizo esta concentración y, al tener mucha confianza con los directivos, me permitieron vivir acá y cuidar de este lugar, porque el tema de los robos también era un problema. Siempre voy a estar agradecido por la oportunidad que me dieron.

- ¿Antes dónde vivía? - Vivía en una pensión, en Burzaco, al lado del club Pucará. La vida en una pensión es muy triste, es muy difícil. Gracias a Dios tuve la posibilidad de salir de ese lugar que me generaba mucha tristeza.

- ¿Qué recuerda de esa experiencia? - Que es realmente muy triste. No te exagero. Es vivir en un lugar en el que no sabes quién es el vecino de al lado. Nos separaba una pared de 30 centimetros, nada más. Es un cuadrado de dos por dos, con una cama, una mesita de luz, un ropero y nada más. Teníamos que compartir el baño con 15 o 20 personas. Por eso, para mí fue algo hermoso venir acá.

- ¿Cómo es un día en su vida, acá en el club? - Es muy normal. Me levanto temprano, tipo 7, 7.15 de la mañana, tomo unos mates, espero a que llegue el plantel para empezar a trabajar cerca de las 9 de la mañana. Hacemos dos horas de entrenamiento. Después ellos se van y yo me quedo acá. Mi vida está acá, éste es mi mundo.

- ¿Es feliz acá? - Yo estoy siempre acá, vivo acá. Paso los 365 días del año acá, en el club, compartiendo buenos y malos momentos. Para cualquier persona puede ser algo anormal, pero para mí es absolutamente normal. Esta es mi casa y soy muy feliz.

- ¿Podría imaginarse en otro lugar? - No. Salvo que me echen, en ningún momento pienso irme de acá. Éste es mi mundo.

martes, 8 de noviembre de 2011

6 de noviembre, ''día del periodista deportivo''


''Tengo mejores planes para un domingo a la mañana: dormir, por ejemplo'', dijo alguien, evidenciando su descontento con el cierre de actualidad. A mí, realmente, me gustaba la idea. De hecho fui uno de los primeros en llegar. 10.40 estaba en la entrada de DeporTea, con mi diario (monopólico) bajo el brazo. Este día DeporTea nos abría sus puertas y hacía las veces de redacción del nuestro: La Final.

Desde el momento en el que fui designado coordinador-editor del cierre en mi cabeza no cabía otro pensamiento que el de tomarmelo en serio. Me apasionaba la idea de ponerme en la piel de un periodista deportivo un domingo, con todo lo que representa ese día para los practicantes de esta profesión. Los problemas de la jornada llegaron temprano: por motivos que desconocíamos, nos desayunamos la noticia de que ya no existía la página de La Final y había que hacer un blog en tiempo récord, tarea de la que se encargó (y muy bien) Facundo Kisch.

Esto de editar no es tarea para nada sencilla. Ir de un lado al otro, corregir, revisar, guardar, pendrive, carpeta que no abre, computadora lenta... En fin, tan complicada como satisfactoria (para los que amamos esto). El que sueña con estar en una redacción un domingo, cuando se cocina el estofado, me entenderá.

Pero este domingo no era un domingo más. Se jugaba el clásico y yo tenía que sufrirlo por TV, aunque también podría haberme hecho una escapada hacia la cubetera pingüinera. Yo preferí creerme profesional. Pero duró menos que el 0 - 0, porque Goltz la metió en el arco de Marchesín a los 6 minutos y mi cara (y mis puteadas) ya eran similares a las del Tano Pasman. Germán Vitello, Alexis Sterin y Lionel Vecchio borrachos sumado a la caída parcial ante el clásico rival, que además nos estaba pegando flor de baile, no eran buena combinación. Por suerte Valeri se acordó cómo era eso de darle un pase a un compañero, Regueiro siguió reafirmando por qué es el mejor de Lanús en el semestre, Pavone definió perfecto y el Cali Izquierdoz puso la cabeza y la metió bien lejos de Lucchetti. 2 - 1 el clásico, festejo corto, abrazo con Facu y de nuevo a laburar.

Los mates fríos de Manu y los chistes de Nacho (¡qué dupla!) hacían que el domingo fuera tan entretenido como profesional, porque aun así no descuidábamos nuestra labor periodistica. Tomarnos en serio el trabajo no significaba que no pudieramos divertirnos un poco: chocotorta, mate que terminó en el suelo, carreras sobre sillas con rueditas, almuerzo en Mc Donalds (¡cuántas confesiones!).

Salvo alguna excepción, todos se comprometieron con la causa y cumplieron como campeones. Desde Marina Paz, que escribió sus dos notas en 15 minutos y huyó alocadamente, pasando por la incansable tarea de Facu Kisch subiendo todo al blog, el aporte fundamental de todos aquellos que se pusieron el overol (no doy nombres porque no quiero olvidarme de nadie) hasta David Ocampo, que se pasó todo el día en DeporTea.

Necesitábamos de la ayuda de todos. Porque cuando menos te lo esperás, un jugador sufre una fractura de tibia y peroné, o un importante equipo de Primera División se queda sin técnico, por lo que rápidamente hay que hacer y subir una nota, aunque sea de diez líneas. Nada puede quedar afuera. Y cuando, a las 22.15, estás cerrando todo, Alejandro Sabella cita a cuatro players del fútbol local y de nuevo hay que hacer una nota. Y ni hablar si las calculadoras no logran determinar si Boca, con el empate ante Vélez, se clasificó o no a la Copa Libertadores.

Grandes frases dejó este cierre de actualidad. ''¿Estás muy preocupada por la lapicera, no?, le preguntó irónicamente Ariel Scher a Julieta Grassi cuando intentábamos definir la tapa y ella parecía estar en otra cosa. ''Y, editala, nena...'', lanzó Manuela Canova luego de que la adorable Camila Nogues le ofreciera su ayuda para hacer una nota de la liga sudamericana de basquet. ''Para todo lo que te pregunto me respondés que hay dos personas'', me dijo Andrés Mazzeo, con quien al final de la jornada (previo a las pizzas y la juntada en casa de Juani Vera) nos sacamos una cotizada foto en la vereda de DeporTea.

Por siempre quedará en mi recuerdo este domingo 6 de noviembre de 2011. Porque, si bien el año anterior también lo disfruté mucho, éste tiene el sabor especial de haberme sentido un periodista. El trabajo fue impecable. Resolvimos en tiempo real la adversidad de no tener dónde subir nuestras notas. Y sin la enorme ayuda de mis compañeros y los colegas (?) de la comisión C, todo hubiera costado mucho más. Por eso, para mí, el 6 de noviembre es el ''día del periodista deportivo''.

Aquí, el blog: http://diariolafinal.blogspot.com/