jueves, 10 de noviembre de 2011

Pablo Vico: ''Es muy triste la vida en una pensión''

El técnico de Brown de Adrogué, que vive en el club, detrás de una de las tribunas de la cancha, recordó con nostalgia sus años antes de llegar al tricolor, las patadas en el potrero y confesó: ''Éste es mi mundo''.


En la Avenida San Martín, camino hacia la cancha de Brown, se pueden ver varias camisetas del tricolor. Es que en Adrogué hay una revolución impulsada por Pablo Vico y sus dirigidos. El equipo está puntero en la B Metropolitana, juega muy bien al fútbol y su técnico le aporta el sentido de pertenencia: vive detrás de una de las tribunas de la cancha. Vive en el club, lisa y llanamente. A tal punto que su dirección es la misma que la de la cancha: Cerreti y María Antonieta 1846.

Cinco metros por tres y medio mide la concentración en la que Pablo Vico pasa sus días y sus noches desde hace 14 años. Paredes celestes, cortinas rojas y algún detalle negro (los colores que identifican a Brown); una cama superpuesta, un televisor plasma de 29 pulgadas y una pava que silba, señal de que el agua está lista para los mates. Don Ramón, como lo llaman por su bigote similar al del personaje del Chavo del 8, confiesa que no toca una pelota ''desde hace diez años''.

- ¿Cuándo se dio cuenta de que ya era el momento de retirarse? - Yo creo que es el cuerpo el que te dice la verdad. Cuando tocaba la pelota y empecé a darme cuenta de que no tenía distancia, que me dolían los huesos y que tardaba 72 horas en recuperarme, dije: ''Muchachos, acá llegó mi momento''.

- Jugó mucho en los potreros. ¿Le pegaron mucho también? - La verdad es que sí, me pegaron mucho. Yo trataba de prevalecer más por habilidad que por fuerza; ahí sacaba una diferencia y por eso me pegaban bastante. Tengo seis operaciones entre las rodillas y los tobillos (se señala un clavo que tiene en el tobillo derecho). Hace como doce años, jugando en un potrero, me pegaron una patada voladora en el pecho.

- ¿¡En el pecho!? ¿Y cuánto tardó en levantarse? - (Se ríe) Me levanté rápido. Uno ya estaba acostumbrado al roce de jugar en los potreros.

- ¿Cuál es el fútbol que le gusta? - En esta profesión se aprenden siempre cosas nuevas. Por ejemplo, yo no estoy completamente identificado con (César Luís) Menotti ni con (Carlos) Bilardo. Brown es un equipo que trata de jugar siempre bien al fútbol. Trato de sacar cosas de uno y de otro. También de (Marcelo) Bielsa. Todo depende de la calidad de jugadores que tenés.

- Nombró a Menotti, Bilardo y Bielsa. ¿Con quién se quedaría? - Son tres técnicos muy importantes e identificados dentro del fútbol argentino. Cada uno de ellos marcó una época. Si tengo que elegir a uno, me quedo con Bielsa; sus trabajos y su manera de pensar me gustan mucho.

- Según su visión, ¿cuál es el equipo que mejor juega en Argentina? - Hasta hace tres o cuatro semanas, según los números, el mejor equipo del país era Brown. Juega muy bien al fútbol en una categoría muy difícil como lo es la B Metropolitana. (Sonríe y guiña un ojo)

- ¿Se puso a pensar que si se aprobaba el torneo de 38 equipos, Brown estaría peleando el ascenso a Primera? - No, sabés que no. Sí me puse a pensar que los torneos de la B Metropolitana antes se dividían en dos semestres y los dos campeones jugaban una final por ascender. En el primer semestre de este año, Brown fue el mejor: sacó 42 puntos sobre 38 de Atlanta. Y a veces pienso: qué lindo hubiera sido jugar una final para buscar el ascenso.

- Con el equipo puntero, ¿Qué le dice la gente en la calle? - Me saludan, me tiran buena onda. La gente está muy entusiasmada con la situación de Brown y ojalá podamos darle ése tan ansiado ascenso al Nacional B. Estamos trabajando para eso y siempre con los pies sobre la tierra, porque hay que saber que éste es un camino largo y pueden suceder muchas cosas. Los hinchas de Brown me quieren bastante. No así los de Temperley (se ríe), aunque nunca me faltaron el respeto.

- ¿Qué le genera el apodo de Don Ramón? - Al principio, un poco de bronca. Pero no pasa nada. Ahora ya lo tomo con gracia. Lo interpreto más como algo cariñoso que como una agresión.

- ¿Cómo se dio de vivir en el club? - Yo trabajaba en las divisiones inferiores. Se hizo esta concentración y, al tener mucha confianza con los directivos, me permitieron vivir acá y cuidar de este lugar, porque el tema de los robos también era un problema. Siempre voy a estar agradecido por la oportunidad que me dieron.

- ¿Antes dónde vivía? - Vivía en una pensión, en Burzaco, al lado del club Pucará. La vida en una pensión es muy triste, es muy difícil. Gracias a Dios tuve la posibilidad de salir de ese lugar que me generaba mucha tristeza.

- ¿Qué recuerda de esa experiencia? - Que es realmente muy triste. No te exagero. Es vivir en un lugar en el que no sabes quién es el vecino de al lado. Nos separaba una pared de 30 centimetros, nada más. Es un cuadrado de dos por dos, con una cama, una mesita de luz, un ropero y nada más. Teníamos que compartir el baño con 15 o 20 personas. Por eso, para mí fue algo hermoso venir acá.

- ¿Cómo es un día en su vida, acá en el club? - Es muy normal. Me levanto temprano, tipo 7, 7.15 de la mañana, tomo unos mates, espero a que llegue el plantel para empezar a trabajar cerca de las 9 de la mañana. Hacemos dos horas de entrenamiento. Después ellos se van y yo me quedo acá. Mi vida está acá, éste es mi mundo.

- ¿Es feliz acá? - Yo estoy siempre acá, vivo acá. Paso los 365 días del año acá, en el club, compartiendo buenos y malos momentos. Para cualquier persona puede ser algo anormal, pero para mí es absolutamente normal. Esta es mi casa y soy muy feliz.

- ¿Podría imaginarse en otro lugar? - No. Salvo que me echen, en ningún momento pienso irme de acá. Éste es mi mundo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario